1. En primer lugar hablaremos del antitecnológico. Podemos imaginar quiénes se encuentran en este perfil. Todos aquellos que no han caído en las redes de la tecnología, quienes continúan utilizando el teléfono fijo, normalmente fijo porque pocos de ellos se han decantado por el inalámbrico, y no el teléfono móvil, que casi no saben ni para qué funciona. Aquellos que usan como despertador un reloj que suena gracias a su doble campana gemela. Sí, siguen existiendo y esperamos que nunca se extingan.
2. Por otro lado nos encontramos con aquellos que se muestran –aparentemente- un poco reticentes al cambio de la tecnología pero, a hurtadillas, pican en ella. ¿Que a qué me refiero? A los que prometieron que nunca tendrían un teléfono y hoy llaman a sus familiares y amigos desde la playa para contarles lo bien que les van las vacaciones. Si les hablas de la nube solo piensan en la del cielo y no quieren ni oír hablar del Whatsapp pero oye, de aquí a un año...quién sabe.
3. Aquí viene el punto intermedio. Aquellos que no utilizaban las tecnologías más bien por desconocimiento que por desagrado, algunos quizá por miedo pero hoy, con tanto avance y facilidad, no saben decir que no a una Smart TV o a tener Instagram. “Es que puedo ver los 7 últimos días en la tele”, “veo las fotos de mis amigos, mis familiares ¡y hasta de los famosos!”... pues eso, que es una maravilla y aunque lo han descubierto tarde, no deja de ser un gran descubrimiento.
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