En primer lugar, debes saber que no todas las bombillas poseen la misma potencia. La potencia de la luz se medía en vatios (W) para saber cuánta energía consumía, pero la cosa ha cambiado. Ahora lo que verdaderamente nos interesa de una bombilla es la cantidad de luz que emite y esto se detecta mucho mejor teniendo en cuenta los lúmenes (lm), no la potencia. Cada bombilla cuenta con un número de lúmenes sin tener en cuenta factores externos como el tamaño de la habitación o espacio que iluminan, lo que posibilita la comparación real entre cualquier tipo de bombilla y saber cuál tiene mayor iluminación. De hecho, hay una posibilidad de conocer los lúmenes de una bombilla mediante la siguiente fórmula:
Por otro lado, hay diferentes colores. Los más comunes son blanco, cálido o neutro. La luz blanca es aquella que nos ofrece fuerza y nos invita a la concentración y la actividad. Por esta razón es común su uso en la cocina, para iluminar correctamente nuestros alimentos o en espacios de trabajo como oficinas. Mientras que la luz cálida ofrece una tonalidad suave óptima para transmitir relajación y tranquilidad. Por ello es habitual optar por su colocación en salones, para invitarnos al relax con un libro o descansar en el sofá o habitaciones, para acompañarnos en los últimos momentos antes de dormir. Por su parte, la luz neutra es el color más cercano a la luz natural.
Es el tipo de luz más adecuada para espacios donde los colores son importantes y no deben alterarse, como puede ser un vestidor.
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